
Que tus palabras no se aparten
Peña Gómez eres el ejemplo más elocuente de cómo un hombre de origen humilde,
nacido en piso de suelo y techo de yaguas, puede erigirse, con el paso del
tiempo, en un personaje que resume en sí las más encumbradas cualidades
humanas, aquellas que el talento individual es capaz de alcanzar con el
esfuerzo tesonero y las coloca al servicio de las mejores causas de un pueblo
que, a pesar de sus angustias, jamás ha dejado de luchar por construir una vida
mejor.
Sus últimas palabras fueron para
sus adversarios “Yo amo a mi pueblo, a
mi país. A lo largo de toda mi vida he pagado un precio por eso. He recibido
ataques feroces, a veces frontales, a veces con veneno más sutil, como ahora.
Pero yo los perdono. Mis adversarios pueden contar conmigo, con mi perdón”.
Esas fueron las últimas palabras que Peña Gómez dirigió al país a través de un
spot de televisión que fue transmitido esos últimos días de la campaña
electoral de 1998.
Poco después de 1994 comenzaron
los primeros síntomas del cáncer pancreático que le aquejaba. La enfermedad
cedió después de un tratamiento en los Estados Unidos. Más tarde, el cáncer
reapareció. Murió de un edema pulmonar el 10 de mayo de 1998 en Cambita
Garabitos, San Cristóbal, 6 días antes de las elecciones congresionales y
municipales donde se postulaba como síndico de Santo Domingo. Después de su
muerte el PRD logró mayoría en las elecciones de ese año.
De verdad los políticos de nuestra Republica Dominicana,
han aprendido algo de este gran hombre que con su carisma y
discurso movía enérgicamente a multitudes, no solo a caminar en aquel sol radiante
de nuestro país si no en todo el territorio nacional.
Parece que es un día de fiesta
para brillar de unos cuantos políticos que solo piensan en su bienestar propio,
olvidándose siempre del pueblo y de la gente.
Tus huellas nunca serán borradas
porque fuiste grande, siempre estarás en la historia porque estás vivo en el
pensamiento de muchos.
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